Fundado en 1934 por Manuel Rodríguez Queizán, empezó en una taberna en la calle Embajadores y se trasladó a su ubicación actual en la calle de la Princesa en 1942. Después del fallecimiento de Manuel en 1968, su hijo Enrique dirigió el restaurante durante dos décadas de éxito en el barrio de Argüelles. Desde 1982, José Ramón, hijo de Enrique, estuvo al mando hasta el 2022. Actualmente, la cuarta generación con Manuel Rodriguez, asumió la gestión del restaurante, que cuenta con 90 años de historia.
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Son un auténtico bar de barrio, de los de toda la vida, alejado de las guías turísticas pero lleno de tradición y sabor. Destacan por las cañas de cerveza y las patatas bravas, que son la especialidad de la casa desde 1963. Aunque no se pueda afirmar que sean las mejores bravas que hayas probado, porque hay casi tantas recetas como bares, sí se puede asegurar que están entre las más populares y ningún cliente sale por la puerta sin haberlas catado.
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Cuando en 1956 José Luis Blázquez aterrizó en Madrid no era consciente de que los torreznos que degustaba en su pueblo natal de Ávila, La Hija de Dios, llegaría a formar parte del menú de buena parte de los madrileños.
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Este humilde bar fue abierto en 1977 y sigue siendo atendido con la misma pasión y amabilidad de entonces. Ir un domingo al Bar Santurce es ir a ver un espectáculo. El gentío hace fila para probar sus famosas sardinas a la plancha. Las colas llegan hasta la calle Ribera de Curtidores donde se confunden con el público asistente al mercado del Rastro. Este restaurante que también se especializa en pimientos de padrón y calamares fritos es, sin duda, una atracción paralela al Rastro y constituye una cita ineludible el domingo.
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Este icónico establecimiento madrileño, fundado en 1923 por el abuelo de Gregorio Casas, actual dueño, mantiene sus raíces con las tinajas originales para el vino. “Bodegas Casas” destaca como referente del vermut de grifo y conservas para tapas, ofreciendo también una extensa selección de 50 vinos y cerveza al estilo madrileño. Conserva una reja histórica que separaba a hombres y mujeres durante la compra de vino, reflejo de costumbres muy superadas.
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En el corazón de Madrid, Casa Amadeo Los Caracoles, desde 1942, ofrece cocina tradicional española en un ambiente familiar con decoración antigua. Ideal para probar caracoles, callos, oreja, judías viudas, rabo de toro y mejillones a la marinera, así como raciones de bacalao rebozado, cangrejos de río, croquetas caseras y postres como arroz con leche. La calidad se refleja en
la selección de materias primas y la cuidada elaboración de las recetas tradicionales. Con dos barras, tres salones y terraza en Plaza de Cascorro, es una parada obligada si visitas el Rastro.
Bar madrileño emblemático que conserva su esencia, famoso por su mezcla de vermut, ginebra y gaseosa, además de tapas tradicionales y creaciones propias. Fue referente en La Movida y continúa siendo un punto de encuentro intergeneracional, con una oferta sencilla de bocadillos y un ambiente cercano y acogedor.
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Fundado en 1974 por Lucio Blázquez, este restaurante es un referente madrileño conocido por sus huevos estrellados y su ambiente familiar, que hoy mantiene junto a sus hijos en La Latina.
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La autenticidad es la seña de este restaurante especializado en la tradición gastronómica. Explorando su variada carta y menú diario, resaltan delicias como alitas, torreznos, bravas y oreja. Abre
sus puertas todos los días del año en un ambiente acogedor y repleto de auténtico sabor, donde vivir una experiencia única para tu paladar.
Fundada en 1934, esta taberna combina recetas tradicionales con nuevas elaboraciones, manteniendo su esencia mientras aplica prácticas sostenibles como el uso de productos locales, gestión eficiente de residuos y ahorro energético.
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Fundado a comienzos de los años 70 se ambienta en los mesones del siglo de oro manteniendo esa esencia y decoración castiza. Especialistas en raciones caseras de calidad y platos tradicionales. Menú del día con pucheros (lentejas estofadas, fabes con sus avíos, cocido madrileño a los tres vuelcos…) Entre sus platos destacan: Carrillada ibérica al vino tinto, oreja a la plancha, callos a la madrileña, pisto manchego con huevo de corral, migas ilustradas con huevo de granja y croquetas de carne de cocido.
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Este restaurante-museo con más de 300 años ofrece asados tradicionales en horno de leña y una experiencia cultural en un entorno histórico protegido, con espacios visitables como cuevas y una antigua bodega.
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