Antigua finca de recreo de los reyes de la Casa de Austria, los Borbones enriquecieron sus instalaciones, con aportaciones tan emblemáticas como la Casa de Fieras o la Montaña Artificial y, en 1868, tras el destronamiento de Isabel II que trajo consigo la Revolución de 1868, pasó a ser parte del patrimonio municipal y se abrió al disfrute del pueblo de Madrid. En los últimos años, en torno a este pulmón verde y en sus barrios y calles más cercanos, se ha desarrollado una interesante oferta gastronómica, con multitud de casas de comidas de nuevo cuño que rinden culto al vino, así como neotascas y gastrobares con gran éxito de público y crítica. Este es el distrito de los nuevos foodies, que buscan las tendencias, sin renunciar a la tradición y elegancia sin encorsetamientos.