Este establecimiento lleva dos décadas apostando por una cocina sincera, basada en el producto y en las cocciones lentas. El respeto por el mercado y la temporada guía una propuesta donde conviven platos de raíz tradicional con toques modernos que miran hacia el sur. Su bodega refleja la misma filosofía: etiquetas clásicas junto a vinos de nuevo cuño, con presencia destacada de los jereces y referencias de distintas regiones españolas. El ambiente recuerda a las tabernas antiguas de Madrid y Sevilla, con chacinas, quesos, latas y vinos por copas que invitan a compartir. La combinación de tradición y guiños a la actualidad convierte a este lugar en un espacio cercano y cuidado, donde disfrutar sin prisas.