Con una estética gótica y una ambientación sonora dominada por el rock, este espacio se ha convertido en un templo de la coctelería madrileña. Su propuesta líquida, liderada por Alberto Villarroel, combina la elegancia de los clásicos con la audacia de creaciones de autor, como el Dragón Amarillo o el Bamboo Macho, elaborados con ingredientes poco convencionales y técnicas de alta precisión. La barra funciona como confesionario, donde el bartender interpreta los deseos del cliente para crear el trago perfecto. La nueva carta, fruto de una colaboración con Libé Unique Cocktails, incluye 14 cócteles inéditos, divididos entre opciones sin alcohol y de baja graduación, además de una selección de clásicos reinterpretados. Premiado en múltiples ocasiones, este enclave desafía las convenciones con una teatralidad cuidada y una atmósfera misteriosa que transforma cada visita en una experiencia sensorial y emocional. Aquí, beber es un acto de fe.