Abierto en 1995 en plena Plaza de la Cebada, El Viajero fue uno de los primeros espacios en revitalizar el barrio de La Latina, convirtiéndose en punto de encuentro para la escena bohemia madrileña. Instalado en un palacete de tres plantas del siglo XIX, ofrece distintos ambientes que varían según el momento del día, desde comidas relajadas hasta copas al atardecer.
Su azotea, con vistas a la Basílica de San Francisco el Grande, es uno de sus mayores atractivos, especialmente los fines de semana, cuando visitantes y locales se reúnen para tomar un vermut casero o un mojito tras pasear por el Rastro. La propuesta gastronómica combina sencillez y frescura, con un mercado interior que complementa la experiencia.
El establecimiento mantiene una línea de trabajo sostenible, priorizando el uso responsable de los recursos, reduciendo residuos y colaborando con proveedores comprometidos con el medio ambiente. Este enfoque refuerza su compromiso con una hostelería respetuosa con el entorno sin dejar de formar parte activa de la vida del barrio.