Fundada por Mari y Pepe, comenzó como un despacho de vinos donde los vecinos jugaban al dominó y disfrutaban de platos como callos, lacón o caldo gallego. Hoy, más de 60 años después, el legado continúa bajo la dirección de Mari y su hija Olga, quien en 2018 dejó su carrera de economista para dar continuidad al negocio junto a su marido, José María. Este rincón gastronómico asturiano mantiene su esencia, ofreciendo recetas tradicionales como la fabada y las fabes con almejas, adaptándose a los tiempos sin perder autenticidad. Con una clientela que abarca desde vecinos hasta viajeros internacionales, sigue siendo un lugar donde la historia, el esfuerzo familiar y la buena comida se unen para ofrecer una experiencia única.