El distrito más de la ciudad, y su corazón, es un reflejo de la heterogeneidad de su carácter. Sus calles, unas señoriales, castizas otras, recogen todo el mestizaje de esta villa que ha acogido a tantas culturas desde tiempos inmemoriales. En lo gastronómico, sus barrios Palacio, Embajadores, Cortes, Justicia, Universidad y Sol también reflejan esa mezcolanza de naciones y regiones que hacen que siempre haya un lugar para todos los gustos. En el centro hunden muy profundo sus raíces las tabernas, cafés y restaurantes centenarios, con icónicas fachadas rojas. Las tascas de siempre, las del vermú y la caña, conviven con sitios de hamburguesas, tamales, tacos, aguachiles y ceviches. El centro de Madrid es un Madrid en miniatura, con opciones para todos.