Chamberí es uno de los reductos del casticismo matritense, y no solo porque ha inspirado infinidad de zarzuelas y coplillas populares. Aunque hoy en día es, fundamentalmente, un distrito con alto poder adquisitivo, ha sabido mantener su esencia tradicional, que se remonta a los orígenes industriales del barrio, donde en el siglo XIX había varias fábricas. En lo gastronómico domina la calle Ponzano, auténtico reguero de establecimientos en el que nuevas aperturas, reputados restaurantes y tascas con solera congregan a multitudes casi a diario. Pero el Chamberí hostelero encierra mucho más: bares de siempre que conviven con aquellos restaurantes que muestran las últimas tendencias gastronómicas y en los que reservar no es tarea fácil; cafés de especialidad; pastelerías emblemáticas y muchas, muchas terrazas.